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PARTICIPA QUE ALGO QUEDA

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LA MAREA PENSIONISTA LLEVA AL ESTADO A LOS TRIBUNALES EUROPEOS. (El Periódico, 20.2.2018).

Bueno, es lógico, si no les atienden en España. Pero yo quisiera aprovechar para reflexionar sobre lo que significa “participación”. La cita es ideal para pensar sobre los distintos niveles en los que se requiere una acción, en el momento de afrontar una reivindicación justa.

En efecto, Pedro, Damián, Juana, Rosario, son jubilados indignados por la burla institucional que significan sus pensiones. Y esta es la razón por la que acuden a la manifestación. Participan. Ellos no tienen capacidad ni conocimientos para enfrentarse a las instituciones, simplemente muestran su posicionamiento. Pero sin él, carecería de fuerza una acción paralela en el ámbito judicial y mediático. Los dos planos son complementarios y se necesitan uno al otro.

Pongo otro ejemplo: las campañas sobre recogida de residuos. Lógicas, motivadoras. Piden la colaboración ciudadana para reducir la contaminación. Perfecto. Pero ¿dónde está la segunda parte, la que consolida la reivindicación mediante sentencias judiciales y leyes adecuadas? Yo me “molesto” en agrupar el vidrio, el plástico, en bolsitas que deposito en el contenedor pertinente. Al hacerlo, siento un calorcillo interior: estoy colaborando, estoy participando en un reto a nivel global. Pero mientras tanto,  el erario público se ve mermado por los grandiosos gastos ocasionados por, pongamos un ejemplo, la fábrica de Ercros en Flix. Cientos de millones de euros, gran riesgo medioambiental… de rositas. Solo una acción decidida de la ciudadanía, también en la calle (como Pedro, Damián, Juana o Rosario en el caso de las pensiones), empujaría a los que pueden hacerlo, a tomar medidas políticas y jurídicas contra aquel magno atentado a la salud pública. Y no se ha hecho. Se cae en el peligro de que el calorcillo aportado por el acto cívico de seleccionar la basura nos reconforte tanto que no veamos necesaria la lucha institucional. Y sería un error.

Participar es estar en el ajo. Pero no todos los ajos son iguales. Y en mi opinión, unos deben dar aroma y paladar a los otros. Me explico: Los luchadores a pie de calle no tienen porqué saber los intríngulis legales sobre los que se basaría una lucha a nivel institucional, pero ello no es óbice para que no apoyen a los partidos que sean favorables al cambio deseado, no cejando en su empeño de que oigan su queja. Por su parte, los expertos que están trabajando en la plasmación política y jurídica de la reivindicación, no deben dejar de lado, no han de dejar de oír el clamor que llega desde la calle, evitando jugar a frio-caliente según consideren las ventajas partidistas o personales que este les puede significar; han de esforzarse para informar en todos los ámbitos posibles de la justicia de su causa y de los recorridos legales que se implementan.

Ante los de “Perejil”, pongamos en la sartén todos los ajos disponibles. Con suerte, abriremos el apetito de la ciudadanía.