Voy a ser breve, no quisiera que la bilis provocada por el empacho de mediocridad ensuciara el escrito. Quiero solo mencionar un factor olvidado: el factor A.
Se han hablado, escrito, vociferado y manipulado, todo tipo de datos y apreciaciones sobre la Seguridad (es un decir) Social, sobre la Sanidad o la Educación, sobre la unidad y la uniformidad. Aparentemente, se van a tener en cuenta en los eternos diálogos que pretenden llevarnos a una clonación del PP. Pero no ha entrado en liza el factor A. Y, a mi entender, es uno de los que ha primado en la pasada legislatura, tanto en España como en Cataluña. Poseedores de la verdad absoluta, sonríen con desprecio hacia el vulgar humano que duda de sus afirmaciones, dirigiendo una mueca de suficiencia y menosprecio (en un mundo en dónde todo tiene un precio) a quién pone en tela de juicio la sinceridad de sus propuestas. Es un gesto significativo, que refleja la indeleble actitud de quién se considera «gente guapa», «escogidos», «portadores de un mandato», mancha en el alma que no se borra con un apretón de manos.
Sí, el factor A: la arrogancia. Desde la mueca, remedo de sonrisa, de Rafael Hernando o Floriano al “¡que se jodan!” de Fabra, pasando por la mirada mesiánica de Mas oteando el horizonte de sus escogidos, o el olor elitista de las paellas ampurdanesas cocinadas por jefes de policía. El factor A debiera incluirse en las conversaciones para formar gobierno o para expresar confianza. Y cuando el partido del “¡que se jodan!” nos llamara, con sonrisa afable, para sentarnos a su mesa, responderle: “Lo siento, estoy en ello”.
Artículo publicado también en: http://convocatoriacivica.info/el-factor-a/