La Memoria Histórica no es sólo cosa de “rojos”, que buscan venganza babeando odio. También la utiliza la derecha más azul, rumiando bajo su cofia de brillantina, como reverdecer viejos laureles.
Ahora, el eximio PP, liderado por su incombustible tronco, quiere resucitar en las escuelas el espíritu militar para que, mezclado con el sempiterno olor de incienso, eleve a nuestros infantes a las más altas cotas de rancio conservadurismo.
Paso a ofrecer mi contribución a tan divina tarea, reproduciendo un breve fragmento del Devocionario del soldado (Edición oficial compuesta por el Vicario General Castrense y realizada por el Ministerio del Ejército. 13ª edición (¡!). Madrid, 1968), que en su página 133, trata de la “Obediencia y disciplina”:
Dios manda obedecer ciegamente al superior, sea quien fuere, en todas aquellas cosas que no son contrarias a la ley divina. Más aún, taxativamente afirma la Sagrada Escritura: “Quien se opone a la voluntad de un superior se opone a la voluntad de Dios”.
Y, como homenaje a la lucha feminista que ayer tanto consiguió, me permito añadir un segundo párrafo (136 y ss.):
“A los animales les regula el instinto; a los hombres, la ley, que es la razón escrita. Y hay una ley natural, impresa en nuestro propio corazón, y una ley divina positiva, formulada en el Paraíso y ratificada y perfeccionada en el Evangelio, que las leyes de la Iglesia han detallado, que marcan con barreras infranqueables sin grave pecado el único camino lícito para la propagación de la especie humana: el matrimonio”…
Y sigue más adelante (pág. 138), previniendo al joven recluta de las acechanzas femeninas: “Si su debilidad lo consiente, tú, como más fuerte, debes sostenerla para que no caiga; si su mala pasión es la que empuja y lo pide, se hace indigna de ti y debes romper para siempre con quien, por fácil y apasionada, tan pocas garantías ofrece a la felicidad matrimonial. Quien a Dios no es fiel, ¿por qué ha de serlo al hombre?”.
Se puede pensar que son cosas del pasado, pero la memoria se activa cuando se oyen desatinos como los del obispo Munilla, tan acordes con el texto citado. Y entonces nos pone en guardia frente a la pinza implacable del Ejército y la Iglesia, manejada por un partido adoctrinado por ella.