AFGANISTAN
Podemos estar tranquilos. Desde sus vacaciones golfistas, Trump está velando por nosotros. Ha afirmado que “He estudiado Afganistán con sumo detalle y desde cualquier ángulo concebible”[1], así que ha decidido mandar 4.000 soldados más, que se unirán a los miles, ya existentes. Es difícil que arriesgando unas cuantas vidas americanas, consiga lo que no ha conseguido, ni Rusia en los años 70 (en que los EEUU empezaron a apoyar grupos islamistas), ni Estados Unidos después. Según dijo Milton Bearden, responsable en aquel tiempo de la oficina de la CIA en Pakistán, “durante los años ochenta, la CIA proporcionó varios cientos de miles de toneladas de armas y material militar a Pakistán, para que se distribuyesen entre los rebeldes afganos”[2], y también Brzesinski, consejero de Seguridad Nacional del presidente Jimmy Carter: “La administración Carter no solo decidió de inmediato apoyar a los muyahidines, sino que organizó una coalición que abarcaba Pakistán, China, Arabia Saudí, Egipto y Gran Bretaña, a favor de la resistencia afgana”. Posteriormente, murieron en Afganistán más de 2.500 soldados estadounidenses.
Cabe preguntarse cuál es el sentido final de esta nueva escalada militar. Desde luego, no solucionar el problema afgano, y mucho menos llevar la democracia a aquel país. Es evidente que cualquier aumento del gasto militar colaborará a la cuenta de explotación de multinacionales que en su momento le apoyaron en las elecciones. Pero hay algo más preocupante, o si se quiere, tristemente evidente: El fundador de la empresa militar privada Academi (manda huevos el nombre, que anteriormente era Blackwater), Erik Prince, afirma:
“Hay 100.000 millones de dólares en recursos bajo la tierra [en Afganistán]: la industria minera, minerales mientras que hay petróleo y gas natural valorado en más de 100.000 millones de dólares”, asegurando a continuación que su empresa en este país asiático será autosuficiente[3]. Ya sea esquilmando directamente (previa aportación a la corrupta administración que les acogerá), ya sea favoreciendo empresas extractivas que pagarán generosamente el favor, el caso es que, bajo una cubierta (que cada vez cubre menos), de pacificación y extensión de la democracia, se arriesgará la vida de miles de personas, y se esquilmará, una vez más, a un país “amigo”.
Antoni Cisteró
[1] https://www.washingtonpost.com/news/posteverything/wp/2017/08/22/why-did-trump-flip-flop-on-afghanistan/?hpid=hp_hp-cards_hp-posteverything%3Ahomepage%2Fcard&utm_term=.14d217127db9
[2] Citado en FONTANA, Josep. El siglo de la Revolución. Barcelona, Ed. Crítica. 2017. Pág. 438.
[3] http://www.hispantv.com/noticias/afganistan/343477/blackwater-academi-colonizar-eeuu-erik-prince-trump